¨Yo conoci a Oesterheld¨-Entrevista a Graciela Iturraspe

 

1)¿Cómo y cuando lo conociste a Hector?

1) Contextuando un poco cuando salí de devoto, esa misma noche me reintegre a la organización a la que pertenecía (montoneros) y obviamente volví a pasar a la clandestinidad, viví una semana en la casa de Amalia (Elida D Hipólito) que era entonces la jefa de la columna norte y luego me fui a vivir a la casa de Sergio Puigross y Violeta su compañera, a poco de estar ahí detecte que la casa estaba siendo chequeada, hable con los dos, pero ellos decían que lo mío era un exceso de cautela x mi reciente liberación, decidí irme y termine en la casa de otros compañeros, los únicos de los cuales conocía la dirección, el problema era que estaban recién casados y vivían en un mono ambiente, yo estaba embarazada de 6 meses y estaba con mi hijo de un año y medio para entonces.

Al poco tiempo otro compañero mío, me dice que me pasa un contacto de alguien que es de cristianos por la liberación y estaría dispuesto a alojarme. Me pasa una cita y me encuentro con un señor mayor (para la época y mi edad (24 años)), charlamos un rato y partimos con mi hijo, mi bolso y el, allí me dice que la casa es en devoto y me empieza a describir la familia que vivía en ella, matrimonio con dos hijos de 6 y 3 años. Yo estaba absolutamente desconcertada, ya que si me describía a esa familia no entendía quien era el.

Efectivamente llegamos a la casa, me presento a la familia, almas maravillosas que hasta el día de hoy son mis amigos, que me acogieron con toda naturalidad, a la noche llego una chica de unos 16 años y yo a esa altura no entendía nada, el señor "mayor"me la presento como su hija menor.

 Lamentablemente a los pocos días de llegar mi hijo tuvo una meningitis virosica muy grave, lo tuve internado dos días y lo traje a la casa, al ser virosica, no era mucho lo que se podía hacer más que esperar la evolución y darle antibióticos para evitar cualquier infección inoportuna.

Fueron 20 largos días hasta que recupero la conciencia, estuvo todo ese tiempo solo succionando, agua leche, para que no se deshidratara y fiebre altísima.

En ese largo diciembre del 75, Héctor, a quien yo no había reconocido, su identidad me la revela la dueña de casa, fue una contención y una compañía importantísima, se quedaba a la noche largas horas charlando conmigo, conteniendo, subiendo y bajando escaleras (la casa tenía dos plantas) a buscar agua con hielo, y que yo no tuviera que estar subiendo y bajando tanto, ya estaba con 7 meses de embarazo.

 

2)¿Qué sensación te causo su persona?

2) Me atrajo mucho por su integridad, humildad y consistencia.Allí me conto buena parte de su vida y fue absolutamente tierno, agudo e inteligente en todas sus apreciaciones, vivía como hablaba, y se comportaba en el cotidiano de acuerdo a los valores que abrazábamos

 

3)¿Conocias su obra como escritor de historietas?

3)Si conocía su obra, había leído algo en hora cero, y ya salían sus tiras sobre el eternauta

 

4)¿Sabias que había pasado con sus hijas?

4) Todavía no habían muerto sus hijas, pero si hablaba de ellas con mucho orgullo y ternura, estaba preparando una casita en el tigre donde finalmente se mudó con la menor de ellas, y fantaseaba con la posibilidad de una vez instalado, poder llevar tabicadas y de a una a las chicas algún domingo

 

5)¿Entablaste algún tipo de dialogo con su familia,viuda o nietos?

5) La verdad que no, en ese momento la relación de el con Elsa, su ex mujer, no era buena, ella había repudiado desde el principio su carrera cuando se volcó a las historietas, considerándolo un “género menor ", luego los cuestionamientos a su opción política, siguieron deteriorando el vínculo, con lo cual terminaron separándose, la posterior militancia de las chicas, detono el vínculo, ya que ella lo culpaba insistentemente de la opción tomada por ellas.

Décadas después, la dueña de la casa donde vivíamos, junto unas pertenencias que habían quedado allí y se quiso contactar con su nieto para entregárselas, nunca parecía posible el encuentro, al final él le dijo que se las dejara en un determinado domicilio, ella se las llevo con una carta muy cariñosa, contándole lo maravillosa e intensa que había sido esa convivencia, dejándole su teléfono y poniéndose a disposición si quería charlar o preguntar algo, pero nunca tuvo más noticias.

La convivencia fue muy corta, un mes y medio, pero con la intensidad de aquellos tiempos, dejó una huella tibiecita en mi corazón.

 

Graciela Iturraspe y un poco de su rica historia de vida

Esta gran militante nacio en marzo de 1961 en la ciudad bonaerense de Dolores, hija de una maestra conservadora y un maestro radical que devino en bancario y pequeño comerciante. Al año la familia se trasladó a Buenos Aires, aunque siempre volvía al pueblo los fines de semana largos y vacaciones. Allá Graciela andaba libre en bicicleta, mientras en la capital se encorsetaba a la rigidez del colegio de mujeres Jesús María.

A través de un cura confesor, contactó a otro que desde cuarto año la acercó a trabajar con Carlos Mugica en la Villa 31 de Retiro. “Ese contacto con la pobreza generó en mi un antes y un después: entendí que la injusticia y la violencia provenían de arriba hacia abajo”, afirma.

A los 18 comenzó a estudiar relaciones públicas en la UADE, pero dos materias antes de egresar abandonó. Por esos días conoció al padre de sus primeros dos hijos, Jorge Taiana. Signados por el proceso de lucha en América latina, estudiaron con otros jóvenes a lo largo de un año la vía armada como opción política. Resolvieron sumarse a las Fuerzas Armadas Peronistas, aunque ella terminó militando en Descamisados, que pronto se fusionaría con Montoneros.

 

Acompañó y condujo la pelea de los vecinos en las villas de Tres de Febrero y de Vicente López. “Fue una experiencia que definiría de `completud´: algo que el psicoanálisis considera imposible de alcanzar. Sentía, pensaba y hacía con otros en una diversidad absoluta de extracciones sociales e intelectuales, de enriquecimiento y aprendizaje”, dice. Desde entonces y por ocho años, Graciela pasaría a llamarse Inés.

La percepción del tiempo también se reducía con la vertiginosidad de los hechos: el 4 de junio de 1974 nació su primer hijo, Nicolás; el 1 de julio, día que murió Perón, pasó a la clandestinidad y a mediados de mes ingresó a trabajar en el Banco Ciudad. Semanas después, recibió una amenaza anónima en la casa de sus padres. Finalmente el 27 de junio de 1975 la detuvieron embarazada de Dolores, junto con su compañero.

Estuvo presa en Devoto durante seis meses y a través de un fallo del juez Eugenio Zaffaroni obtuvo la libertad que se le negó a Taiana. A la salida de Tribunales, el papá le dijo: “Tengo una cita con un amigo para que te vayas a la Patagonia y otra con tus compañeros”. A lo que respondió: “Llevame con mis compañeros¨

Un día se entrevistó en avenida 9 de Julio y Paraguay con un señor mayor dueño de una casa donde podría alojarse. “Traté de caerle simpática, estaba yo con mi hijo, Nicolás. Nos subimos a un taxi y en el viaje me di cuenta que no era colaborador sino un militante que vivía en la casa de los colaboradores con su hija de 16”, relata entre risas. Ese señor era Héctor Oesterheld, creador de El Eternauta.

Yo escribí sobre esa familia de clase media que a la noche se juntaba a jugar a las cartas y que de repente encuentra una causa mayor por la cual salir a luchar. Y a mí y a mis hijas nos pasó eso mismo... Entonces a veces me pregunto quién fue primero, si ellas con su militancia o yo con algunas ideas que ya estaban ahí”, le dijo un madrugada de 1975 Hector Oesterheld a Graciela Iturraspe. Estaban charlando sobre El Eternauta, su obra maestra, en la casa de Devoto que compartían como militantes de Montoneros en la clandestinidad, mientras la hija de Graciela, a quien Héctor conocía como Inés, dormía. En alguna otra casa de la Argentina estaban sus cuatro hijas, también parte de Montoneros: Estela, Diana, Beatriz y Marina. Y en la que había sido la casa familiar, en Beccar, dormiría su mujer, Elsa Sánchez de Oesterheld,

“A mí me dijeron que pasaría a trabajar con Esteban”, dice Graciela. El hombre en cuestión era Rodolfo Walsh, a quien respondió a lo largo de todo 1976 en tareas de inteligencia. Graciela se alejó de la organización por diferencias políticas entre mediados de 1977 y 1979. Intentó sin éxito exiliarse en Venezuela, España y México, los mejores países donde podía continuar el tratamiento auditivo para Nicolás.

Entonces inició el tránsito hacia la legalidad: se acercó a Vicente Saadi para colaborar con el informe a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, fue responsable de la Juventud de Intransigencia y Movilización e integrante luego de Unidad y Liberación, ambas agrupaciones del PJ que contenían al peronismo combativo. Militó en el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos hasta 1989, cuando se fue a vivir a Mar del Plata con su nuevo compañero y su tercer hiJ Estudió psicología social e ingresó al Instituto de Previsión Social que en 1994, nacionalizado, pasó a ser ANSES. Se afilió a ATE, al año fue elegida delegada y después paritaria nacional. Pronto fue Secretaria Adjunta de ATE y la CTA Mar del Plata, luego Secretaria de Relaciones Institucionales de la CTA bonaerense y Secretaria de Finanzas de la ATE provincial, conducida por Hugo Godoy.

Los año 90s la encontraron peleando contra el intento de privatización del sistema de previsión social, difundiendo la opción de la jubilación estatal frente a las AFJP, denunciando la corrupción existente.

Durante las elecciones legislativas de 2009, accedió a una banca de diputada nacional en la lista de Nuevo Encuentro, el frente de partidos que reunían a Unidad Popular (UP), SI, Libres del Sur, EDE y Partido Comunista.

Su banca fue el brazo legislativo de todo conflicto atravesado por los trabajadores del Estado. Se levantaba a las cinco de la mañana para estudiar los proyectos que rondaban sobre las seis comisiones que integraba. Algunos de su autoría se cristalizaron en leyes. Entre ellos, el de kioscos saludables para escuelas y la pensión para presos políticos.